6 diciembre, 2025

ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD DE LO QUE ME PASA

Por: Nicolás De La Cruz.

Odiar no va conmigo, bendigo hasta él que me maldice, siempre he creído que tengo la libertad de elegir, yo decido a quien doy y lo que voy a dar. Si los demás escogen la mentira, la falsedad y el engaño solo en mis manos esta decidir si quiero personas así en mi vida o no. Y soy yo quien decido si quiero personas así en mi entorno o no. Y si decido que se queden, no tengo porque reclamar lo que sé que no están dispuestos a dar, ni tengo porque lamentarme cuando sus acciones me perjudiquen.

Para mi hablar de desigualdad social no es resentimiento, señalar la corrupción no es envidia, denunciar los delitos no es odio, exigir recursos para la salud o la educación no es querer todo regalado, querer la paz no es ser pro-guerrilla. Siempre he creído que ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados. Soy de los que creen que ser pobre no debe avergonzar a nadie, pero sí, no tratar de evitarlo.

Aprendí de mi madre que nunca debo ignorar a una persona que se preocupa por mí, porque tarde que temprano me daré cuenta de que perdí un diamante mientras que estaba ocupado recogiendo piedras.

Yo soy la cuarta generación de una familia que siempre ha sido propietaria de fincas y aprendí de mi abuelo, que la vaca nunca da leche, hay que ordeñarla, desde niño me enseñaron que a las cuatro de la mañana tenia que levantarme con los ordeñadores, meterme en el corral, ensuciarme las botas de estiércol, llamar a los terneros hacerlos salir del “corral”, esperar que cebaran a la vaca, amarrarlos a su pata delantera, colocar el balde, jalar la ubre con movimientos adecuados, ordeñarla, para que saliera el chorro de leche; por lo tanto no soy de la generación que cree que las cosas son automáticas, fáciles y gratis: deseo, pido y obtengo, la realidad es que la felicidad es el producto de la sabiduría y del arduo trabajo, y la falta de conocimientos y de esfuerzo genera frustración, ignorancia y pobreza.

Nunca me comparo con nadie, pues no creo que haya seres mejores o peores, simplemente cada uno es lo que es, y en eso nadie lo supera, pues todos somo únicos e irrepetibles. La palabra “respetar” hace referencia al trato valorativo que debería darse hacia algo o alguien más allá de eventuales divergencias y tiene primacía absoluta sobre cualquier tipo de ideología. Lo contrario el irrespeto nos igual a la barbarie inexorablemente. Agradezco a mis padres y maestros por habérmelo enseñado.

Nunca me comparo con nadie, pues no creo que haya seres mejores o peores, simplemente cada uno es lo que es, y en eso nadie lo supera, pues todos somos únicos e irrepetibles. La palabra “respetar” hace referencia al trato valorativo que debería darse hacia algo o alguien más allá de eventuales divergencias y tiene primacía absoluta sobre cualquier tipo de ideología. Lo contrario el irrespeto nos igual a la barbarie inexorablemente. Agradezco a mis padres y maestros por habérmelo enseñado.

Cuerpos hay por todos lados, a mi me excitan las mentes, las bocas que piensan, los ojos que hablan, y las manos que piden y dan, me enamoran las pausas, los silencios y lo callado. Y me pueden criticar, y decir que soy raro porque no me gusta lo fácil, y solo me atrae lo complicado; pero lo que digan no me importa. Porque cuerpos hay por todos lados. Pero mentes que alimenten la mente, esas se encuentran raramente y se cuentas con los dedos de una mano y sobran algunos.

Para terminar, soy algunas veces como la mayoría de los hombres, hojas que caen y revolotean indecisas en el aire, antes de ir a parar en el suelo. Y otras me siento como los astros que siguen una ruta fija, sin que ningún viento los alcance, llevando en su interior su propia ley y trayectoria.

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