Las cosas por su nombre o los eufemismos y perífrasis duquistas

Cuando se trata de ocultar los hechos o rebajarle fuerza semántica a las palabras con que se designa lo macabro, lo grotesco o simplemente lo de crudeza extrema algunos hablantes por prejuicios morales, sociales, culturales, religiosos o simplemente ideológicos o políticos recurren al uso de figuras de estilo o pensamiento conocidas como eufemismo y perífrasis. Se pretende así atenuar y rebajar el impacto psicológico negativo que produciría el empleo de expresiones prohibidas o tabúes en el público receptor.
El eufemismo, como figura de pensamiento, implica la sustitución de palabras que no serían de buen recibo ni aceptación y convencionalmente inconvenientes. En este sentido todo aquello que se refiere al sexo, a la condición escatológica de los humanos, es decir, la referencia al mundo de ultratumba, a la calavera de la guadaña o el garabato que constituyen un tabú se vuelven dignas de reemplazar por eufemismos. Así, en vez de preguntar dónde queda el baño se dice “dónde me puedo lavar las manos”. Se dice se murió o descansó en paz en vez de decir se fue para el barrio de los acostados o aún peor expresiones irreverentes y groseras como “paró los tennis”. Y para referirse a los órganos genitales, tanto femeninos como masculinos se apela un eufemismo como el pan o la panocha y el pirulí. En cambio, la perífrasis constituye una circunlocución o rodeo de palabras; por ejemplo, el escritor barroco español Luis de Góngora en vez de decir la primavera, dice “Era del año la estación florida”.
Iván Duque y su gobierno se volvió magister en dorar la píldora y en esconder los resultados de la política violatoria de los derechos humanos por la clase dirigente usando eufemismos y perífrasis para designar lo macabro y lo espeluznante de la herencia luctuosa de llanto y dolor de su mandato estéril. Así, terminó llamando “homicidios colectivos” a las masacres y fallecimientos a los asesinatos y personas no localizadas a los desaparecidos a la fuerza que, tal vez, aparecerán años más tarde en fosas comunes de N.N o nadando en los ríos de la patria que les robaron. El lenguaje, pues, da para todo: para la ficción y hasta para el fracaso de la inteligencia.
