6 diciembre, 2025

Comedias y Parodias Carnavalescas

Por. Pablo Caballero Pérez.

Santo Tomás es uno de los pocos municipios que conserva aún una de las
manifestaciones orales más genuinas: las comedias o parodias del carnaval.
Llámase comedia por ser una representación teatral en verso rimado; y parodia, por su naturaleza de imitación burlesca y expresión de lo ridículo.

Aunque por su extensión breve, corta y su carácter gracioso y punzante encajaría más bien en el de sainete o entremés, piezas cortas de teatro que según el “diccionario de retórica, critica y terminología literaria” de Angelo Marchese y Joaquín Forradellos aparecían incorporadas en el siglo XVI en la línea argumental de otras mayores. En la Edad Media – dicen los citados autores- se les designaba también con el nombre de momo que aludía a un determinado tipo de fiesta cortesana que al pasar el espectáculo teatral van acompañados con cantos, bailes, máscaras y aparatos.

El contexto de la representación cómica es el periodo del carnaval, festividad dionisíaca de la cultura popular y el vértigo, en la que se exacerba lo grotesco, lo paródico y lo cursi; en fin en la que la caldera ardiente del inconsciente y la sexualidad, aherrojada por el superyó, desborda y se derrama. Sin embargo, según el historiador José I. Lobo en septiembre de 1750 hubo en Santo Tomás “festejos profanos como comedias y otros semejantes” (p. 54). A los cuales asistió el corregidor del partido de tierradentro Jacinto Polo del Águila en vez de concurrir a las fiestas sagradas programadas en la Iglesia, hecho que le valió la censura y sanción eclesiástica.

La estructura formal y tradicional de las comedias se ha transmitido de
generación en generación como una práctica hereditaria de familia pues su creación y representación constituye una experiencia familiar: Juan Fontalvo Caballero, Aurelio Pizarro Cabarcas, Alfredo Herrera Pizarro, Manuel Berdugo Herrera, Andrés Monsalvo y sus hijos Daniel y Lázaro. Germán Vallejo, Luis Naranjo, Daniel Bocanegra, Julián Acosta Varela, Elio Monsalvo y su hijo homónimo y Jesús Acosta, todos comediantes.

Lo ridículo y grotesco de la representación teatral lo revela la vestimenta que llevaban (llevan) los actores. Su figura risible constituía una parodia de
personajes bien vestidos y elegantes: unos calzones anchos, a manera de greguescos sostenidos por unos tirantes, una cepa de hoja de plátano como
corbata y unos zapatos de talla mayor a la adecuada. En contraste con estas
figuras de mojiganga o sainete encontramos un elemento serio en algunos
saineteros, que corresponde, tal vez, al mundo indígena: el uso del bastos,
insignia de autoridad y mando que de acuerdo con Miguel Rocha Vivas “suele ser palabra histórica, autoritaria, poder colectivo; y cuando es poder individual, como en el caso de los the´wala (médicos tradicionales nasa) es el poder que una persona recibe a través de K´pish (el trueno), para beneficio de toda la comunidad. El bastos es el rango, el trueno y el relámpago; el bastos es la ley” (p.26).

El uso de la rima en el verso era práctica habitual que tenía una función
mnemotécnica (la de recordar y fijar en la memoria) en un momento en que no habían sido inventados los aparatos tecnológicos de la electrónica contemporánea que nos permiten archivar la información automáticamente. Esta rima guarda semejanza con la usada en el siglo de oro español en algunos textos como Fuente ovejuna del escritor Félix Lope de Vega por el tipo y la estructura del verso.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

x  Powerful Protection for WordPress, from Shield Security
Este Sitio Está Protegido Por
Shield Security