El efecto Peltzman en la pandemia

El nombre de efecto Peltzman viene dado por el profesor de economía de la Universidad de Chicago Sam Peltzman que publicó en 1975 el estudio “The Effects of Automobile Safety Regulation” en el que afirmaba que el hecho de regularizar y obligar el uso de ciertas medidas de seguridad en los vehículos no reducía sustancialmente las muertes en las carreteras ya que los conductores dejaban de responsabilizarse de uno mismo y de los demás cometiendo otras irresponsabilidades o conductas de riesgo como mayor velocidad, desatención en la carretera, etc. dada esa falsa sensación de seguridad o invulnerabilidad.
Las investigaciones de Sam Peltzman sobre el efecto Peltzman fueron más allá de las medidas (o regulaciones) de seguridad por parte del estado, y estudió también otro tipo de medidas/regulaciones. Sin embargo, cabe decir que sus estudios sobre la seguridad fueron los más relevantes.
Regulation and the natural progress of opulence fue uno de los ensayos más relevantes de Peltzman, que trata sobre economía y regulaciones del estado. En él, establece cinco premisas básicas:
- Que aparecen efectos favorables en diferentes áreas de la vida social, como consecuencia de un progreso económico sostenido.
- Que dichos efectos pueden ser lentos y poco visibles, en algunas ocasiones.
- Que los gobiernos quieren acelerar dichos efectos a través de regulaciones.
- Que la gente adopta conductas “neutralizadoras”.
- Que las regulaciones sólo se eliminan si aparecen resultados muy desastrosos.
En tiempos de crisis sanitaria y económica debido a la pandemia por el nuevo coronavirus parece que ponerse una mascarilla nos vuelve más invulnerables. La mascarilla es la nueva capa de invisibilidad, que con ella puesta parece que el virus ya no nos ve. Cuidado!, la mascarilla ayuda a evitar el contagio y la propagación del virus. Sin embargo, no debemos desdeñar el resto de medidas de higiene y prevención del contagio ya sea del COVID-19 como de otro tipo de infección. Y mucho más cuando se usan mascarillas no homologadas o que no protegen correctamente.
Según la teoría del efecto Peltzman, una vez que nos ponemos la mascarilla podría ser que adaptemos nuestro comportamiento, de manera inconsciente en la mayoría de los casos, y dejamos de atender al resto de las medidas. Con el uso de mascarilla se mantiene menor distancia de seguridad, se lavan menos las manos, nos tocamos más la cara, etc. En definitiva, percibimos una sensación de protección que nos puede acercar a contraer la infección.
Este hecho ya lo habían detectado las autoridades sanitarias cuando se produjo un uso masivo de guantes como protección. Esa sensación de falsa seguridad que generaban era contraproducente ya que evitaba lavarse las manos o nos llevábamos exactamente igual las manos a la cara con lo cual el riesgo de contagio, en vez de disminuir, aumentaba.
En el marco de la pandemia de COVID-19, dos investigadores de la Universidad estatal de Nueva York, la experta en salud pública Brit Trogen y el doctor en Bioética Arthur Caplan, plantearon su preocupación acerca de que el efecto Peltzman afecte la situación sanitaria en un artículo titulado “Compensación de riesgos y vacunas COVID-19”.
Cuando la pandemia recién comenzaba, el miedo al virus SARS-CoV-2 hizo que la mayoría de las personas “usaran máscaras, se lavaran las manos y evitaran grandes multitudes a medida que los casos comenzaron a aumentar”. Sin embargo, cuando la enfermedad deja de ser una novedad y, más aún, cuando una vacuna que promete erradicarla aparece en el mapa, “desaparece la novedad de una amenaza” y, con esta, disminuyen también las precauciones que la población toma.
Últimamente, con la puesta en marcha del plan nacional de vacunación contra el Coronavirus, se puede crear una falsa conciencia de seguridad al creer que una vez estando vacunados somos inmunes ciento por ciento a la infección.. Ya los expertos anunciaron que se puede contraer la enfermedad pero en forma leve que no conlleve a la muerte, y que si nos infectamos con el virus, podemos transmitirlo. Así que no podemos bajar la guardia en las medidas de protección evidentemente probadas como el uso adecuado de la mascarilla, lavado periódico de manos y distanciamiento social.
Uno de los grandes problemas para parar la transmisión del virus es que no solo hacen falta medidas legales, sino conciencia social. Lo extremadamente dificil de controlar es el comportamiento individual y la responsabilidad personal que se asuma respecto a esas medidas, lo vemos a diario, las playas llenas, los centros comerciales a reventar, marcada concurrencia en restaurantes, supermercados, sitios de esparcimiento etc. Esto es muy difícil de conseguir a corto plazo ya que exige una reconstrucción cognitiva social que es mucho más compleja y tarda más en adaptarse a la nueva situación que las medidas legales impuestas y que se debe tener en cuenta a la hora de tomar las decisiones. Se debe informar correctamente sin confundir a las personas y realizar tareas de educación social e inteligencia emocional para mejorar este tipo de comportamientos futuros.
El efecto Peltzman sugiere dos recomendaciones. Primera, antes de dictar una regulación debe hacerse un estudio de impacto conductual. Segunda, después de un periodo determinado, hay que revisar si la regulación produjo resultados positivos o negativos en cuanto a su misión inicial.
