Las reformas pandemiales

Tener una mesada pensional para el momento del retiro es uno de esos sueños que ya muy pocos alcanzan. La realidad en América Latina es que la informalidad ha llevado a que no se cotice en los sistemas de pensiones y que al final de la vida laboral las personas vivan de la renta de inmuebles, del rebusque o —en el peor de los casos— esperando un subsidio. Al día de hoy, países como Perú, Chile, México y Colombia plantean propuestas de cambio a sus sistemas de pensiones y en algunos casos se han tomado decisiones que no son saludables para las finanzas públicas ni pensionales. La pandemia dejará a casi todos los países del mundo con una fuerte reducción en el número de trabajadores que aporten a la seguridad social y al mismo tiempo un gran déficit público producido tanto por una disminución en la recaudación fiscal, así como por los estímulos concedidos para reactivar la economía y para ayudar a las personas más desfavorecidas. Así las cosas, no nos cabe duda de que el sector financiero pide una reforma laboral que impulse la reactivación económica. Los sistemas de reparto (régimen de prima media en el caso de Colombia) necesitan liquidez inmediata para cubrir las pensiones de los actuales jubilados, por lo que los efectos fiscales de la pandemia pondrán en jaque su financiación. Por lo anterior, es posible que muchos países no puedan continuar subsidiando su déficit y se vean obligados a realizar ajustes en diversos parámetros, entre los cuales podríamos encontrar el de incrementar los aportes de los trabajadores, aumentar la edad de jubilación o cambiar la fórmula de entrega de los beneficios: por ejemplo, aumentar el número de años cotizados para acceder a una pensión.
Las mesadas o pensiones en los sistemas de capitalización, dependen de los fondos que el trabajador acumule al término de su vida laboral. El retiro de dichos fondos afectará, sin lugar a dudas, negativamente el monto de las pensiones. Este impacto dependerá de la magnitud del retiro. En el caso de Chile, el monto del retiro aprobado va del diez al cien por ciento de pendiendo de lo acumulado, de modo que aquellos trabajadores jóvenes o informales que pueden retirar hasta el 100% de sus ahorros, ejercerán un impacto tremendo en sus pensiones, mientras que los trabajadores de mayor edad y altos ingresos que sólo pueden retirar un 10%, causarán un impacto mucho menor sobre su pensión. Pongo este ejemplo de Chile para reafirmarme en la conclusión que la reforma que se prevé para Colombia es regresiva.
Pero en asuntos de reformas, el próximo año 2021 no solo atañe a lo que tiene que ver con las pensiones; el gobierno piensa presentar, además de la antes mencionada, una nueva reforma tributaria donde se grabará todos los productos de la canasta familiar y se impondrá el impuesto al patrimonio a todas las personas naturales y jurídicas no habrá ninguna execiones al respecto y una cuestionable reforma laboral. Para ser coherente con lo que estoy planteando, no diré que estas dos otras reformas no son necesarias, pero con lo que no puedo estar de acuerdo es con el tipo de reforma tributaria que se está programando y mucho menos aún con las recomendaciones que se intuye va a hacer al gobierno la llamada “Misión de empleo” —que es un organismo asesor formado por expertos en temas laborales—, que atañe a la reforma laboral y que muy seguramente estarán encaminadas a reforzar lo que ya vienen proponiendo varios sectores económicos y funcionarios del alto gobierno respecto a la flexibilidad de la filiación laboral, a la contratación por horas, a la reducción de la jornada de trabajo y al aumento de la edad de jubilación tanto para hombres como mujeres.
Tras todo lo anterior —y teniendo en cuenta que las tres reformas a las que he hecho referencia tocan los tres ejes fundamentales del entramado económico del país—, paso a concluir que todas estas medidas van a terminar siendo muy lesivas y regresivas para el gremio de trabajadores (y para las clases más desfavorecidas en general) y que para complemento no estarían contribuyendo con la reactivación económica que plantean muchos. En ese sentido yo propondría que la reforma tributaria que se está planteando se encauce a los verdaderos cambios que en materia fiscal requiere el país, que se piense ante todo en el bienestar de la fuerza trabajadora que, al final de cuentas es el motor de la economía y que, en lo atinente a la cotización mensual que los trabajadores hacen a los diferentes fondos de pensión, se revise la tasa porcentual de administración para así poder evitar que, tras estas tres necesarias reformas, ocurra lo que siempre le ha venido ocurriendo al país: que al momento de afrontar cualquier aguda crisis la carga de la restauración económica la soporten únicamente los trabajadores y se evada de ella el poderoso sector financiero que, antes por el contrario, de este tipo de situaciones, suele salir reforzado.
