Nuestro adorado El Uvito
Santo Tomás es, sin duda alguna, una de las poblaciones más pujantes del departamento del Atlántico. Basta con indagar en internet (en la Wikipedia, en Google o en cualquiera de los medios escritos de talla nacional) para descubrir el lugar de privilegio que se ha sabido ganar gracias a su gran número de personajes relevantes.
En ese sentido sería suficiente mencionar a escritores de la talla de Ramón Molinares, de Pedro Conrado Cudriz o de Iván Fontalvo, por ejemplo, para saber a qué calibre de pueblo nos estamos asomando. Dice el escritor checo Milán Kundera que la catadura de los pueblos se mide por sus pensadores y en el caso de Santo Tomás eso queda más que demostrado. Pero lo que poca gente sabe es que detrás de todos esos personajes de valía se esconden familias que, en una época en la que resultaba extremadamente difícil, lograron a fuerza de sudor y de trabajo que ellos ingresaran a la universidad.
Y en ese proceso juega un papel muy importante el sector que comprende el camino que de Santo Tomás lleva al corregimiento de El Uvito, dado que muchos de los padres de los mencionados personajes se dedicaban al sector agrícola en dicho sector. Dentro de los hijos de esos padres abnegados tenemos a personajes tan destacados como Manuel Charris Carrillo, Pedro Badillo, Manuel Gaspar Pérez Fruto, Edinson Charris Carrillo, a Pedro Fontalvo, Pablo Caballero o el destacadísimo José Bolaños De la Hoz, quien junto a los anteriormente mencionados tuvo la idea de fundar el Reinado Intermunicipal que tan en alto ha sabido dejar el nombre de nuestro municipio, no solo a nivel de la región, sino a nivel nacional e internacional.
Y si nos pusiéramos a mencionar, no solo a los personajes que se derivan de este bello rincón de nuestra población, sino a los que formaron parte integral de él en su momento (como la seño Mayo, impulsadora de la escuela del corregimiento, el gran Picho Pertuz, embajador de ese hermoso y paradisíaco sector, toda la familia Pertuz cuyo caballo era legendario por prefigurar grandes gestas junto a la yegua de Morti o a los señores Gustavo Mejía o Felipe De la Hoz), bien podríamos llenar aquí incontables páginas, pero me he detenido solo en los antes mencionados, porque en realidad lo que quiero resaltar es la incidencia que el sector de El Uvito ha tenido en el desarrollo de nuestro municipio. Y lo hago precisamente porque desde que tengo uso de razón me he visto acompañado de la promesa de la construcción de una vía que una dignamente a nuestro municipio con este importante corregimiento. Eso me llenó siempre de ilusión, porque conocedor de la zona como lo soy y de la importancia estratégica de la misma en el desarrollo del municipio, lo consideré siempre de una importancia capital para nuestras vidas. Ahora que por fin se ha hecho la acometida de la obra —y teniendo en cuenta que a menos de un año de su inauguración empiezan a verse una serie de baches que no deberían haber aparecido todavía— me veo en la obligación de hacerle un llamado a la comunidad para que vigilemos el cuidado de dicha obra y podamos rendirle así un homenaje a un sitio al cual los tomasinos le debemos tanto y al que quizás no hayamos sabido valorar debidamente.
Sugiere el novelista ruso León Tolstoi que la vida de nuestras aldeas es la vida de nuestros países, y si se quiere la vida del mundo entero. Yo quiero aprovechar esa frase para que nos veamos reflejados en nuestro amado corregimiento de El Uvito y sepamos que cuidándolo estaremos rindiendo también un homenaje al origen de muchas de nuestras manifestaciones folclóricas, así como a la vida de esos ancestros nuestros que con su sudor supieron levantar a unos hijos cuya labor ha situado en el lugar de honor en el que hoy se halla nuestro municipio.
