La cultura del miedo y la humillación ahondan la exclusión
La globalización nos trajo un fuerte intercambio comercial, las preferencias por el dólar y el euro como monedas refugio y de obligatorio uso para las transacciones internacionales, interacción de culturas y el menosprecio por los patriotismos: las fortalezas de las economías más grandes redundan en mayor poder político y por ende en la imposición de políticas globales a través los organismos multilaterales y acuerdos de libre comercio; desde el otro extremo, en las economías más pobres, se han agravado las debilidades con la perdida de autonomía nacional, alineaciones dicotómicas de políticas domésticas, migraciones en búsqueda de “oportunidades”, incremento de la pobreza, discriminación de toda índole y exclusión social apoyados por el auge de negocios ilícitos como narcotráfico, minería ilegal y corrupción generalizada.
Este prefacio del contexto económico global, adicionando al efecto de la reciente crisis de salud pública y los colaterales de la actual guerra (Rusia-Ucrania), nos permite analizar los efectos emocionales que ese devenir produce en nuestra sociedad atentando contra nuestra libertad, derechos civiles, valores y por ende afectando nuestra incipiente democracia en un convenio obsceno, de permisividad entre autoridades y delincuencia por los favores del dios Mammón; la avaricia, es política del poder global; la globalización es fantástica, pero no para los pobres, detestable esa concentración de riqueza y aquí la seguimos.
Como seres sociales, aprendemos construyendo activamente la comprensión de los significados en forma interactiva y dinámica con el entorno (contexto) social emocional y físico; este aprendizaje es, en esencia, capacitarte para sobrevivir y asegurar la continuidad y el mejoramiento; por ello el conocimiento se define como “saber hacer en contexto”, experimentar racionalmente bajo una buena dosis de emociones positivas; hoy nuestro contexto social está plagado de incertidumbres en las que aflora el miedo social ; nuestros jóvenes dudan que la educación sea el trampolín para salir de la pobreza; esta duda es sana y verifica la mala enseñanza que hemos recibido a través de los tiempos; ¡nos han adoctrinado!; la ciencia apenas se visiona; Lo que nos vendieron en el aula resultó una quimera.
Aquí surge la oportunidad del reclutamiento forzado o bien remunerado para engrosar las filas de la delincuencia de todo orden. Distinguir de manera ascendente las políticas públicas para una buena gobernanza es competencia esencial para un estadista, la improvisación vía redes sociales de parte del estadista es un fuerte indicio de su incompetencia, se impone el trabajo en equipo; de lo contrario surge la ingobernabilidad, el caos, el desorden, indisciplina, inestabilidad e ineficacia. Las políticas estatales se visionan hacia el mediano y largo plazo en un esquema de mejoramiento continuo, las políticas globales constituyen una adhesión, lo más parecido a las del buen vecindario, seguimos a los más desarrollados y con ellos
queremos mantener las mejores relaciones y copiar sus mejores prácticas; las ideologías (frustrantes todas) no deberían verse desde la óptica de derecha o de izquierda, porque en su agotamiento y estancamiento se encuentran al final del círculo con el mismo diámetro lo sabio es ampliarlo con el ritmo del cambio.
El poder, es el fenómeno emergente del dinero (de la riqueza), por ello las ideologías políticas dicotómicas que lo ejercen terminan en lo mismo, apropiarse de cualquier manera de más riqueza (dinero) a cualquier costo, estrategia y manipulación; por ello vencer la muralla de las roscas o entrar en ellas es una utopía; el discurso o promesa se vuelve banal y sobreviene la frustración y con ello el miedo; la eficacia percibida para obtener riqueza fácil se manifiesta entonces por la vía del poder oculto o enmascarado; surge entonces el capo, los clanes, la violencia, el abuso, los estados dentro del estado, y, ¿qué le queda al buen ciudadano?. La esperanza que lo dejen vivir en paz, aunque le cueste.
Hoy presuponemos que la mayoría de los lideres políticos son deshonestos y corruptos, actitud que refuerza un sentimiento de desesperanza que paraliza el mejoramiento o el desarrollo, a cambio, surge el miedo opuesto a la esperanza y la humillación ahondando la exclusión como indicador de injusticia. La evidencia histórica contradice el discurso del político “salvador” que en campaña propone soluciones mágicas y cuando completa su mandato verificamos que posee un nivel de riqueza para no trabajar más el resto de su vida.!
¡No cumplió! y en la próxima lanza a su familiar y a veces desde la casa por cárcel. ¡Estamos jodidos!