6 diciembre, 2025

LA LEYENDA DE LOS ORÍGENES

Por. Pablo Caballero Pérez

El monte “Lomita de conejo”, al principio de los tiempos tierra de nadie, era el hábitat natural de conejos, serpientes, iguanas, ponches, aves e insectos, de todo género y colores. Allí llegaron dos becerras buscando agua de beber. Y como este sitio estaba contiguo a una ciénaga, en  él se quedaron.

Diariamente las dos becerras salían del monte y disfrutaban un manantial de aguas cristalinas en el que retozaban haciendo cabriolas y viéndose en el espejo de la fuente. En un momento perdido en la memoria del tiempo, en el que el Padre sol se hallaba en el cenit, la Madretierra se calentó demasiado y se sintió tanto un viento fuerte que el agua del manantial se agitó, aumentó el volumen y cubrió a las dos becerras provocando su fecundación. De este sacudimiento momentáneo, nacieron como de un soplo dos becerros con cuerpo de hombre y cabeza de toro, que laboraban la tierra y construyeron casas de bahareque en un rincón de tierra firme: viviendas hechas de un techo pajizo, con eneas arrancadas del suelo pantanoso de la ciénaga y paredes de barro embutido, en un armazón de caña brava, amarrada con bejuco de cadena a unos horcones que sostenían las vigas o aleros del techo de paja. La leyenda ha resistido la guadaña del tiempo porque los pobladores, vecinos del manantial, todavía hoy, llaman a este Becerra y a los dos becerros Francisco y Miguel. Y cada año en un acto de reminiscencia de sus orígenes, los hombres y mujeres, el domingo de quincuagésima y los dos días siguientes se disfrazan con máscaras y cola de toro, envueltos en un mundo al revés de locura y frenesí, un mundo andrógino en el que los hombres parodian a las mujeres vistiéndose con sus prenda; y los adultos experimentan felicidad, aniñándose, poniéndose  los pañales de la edad celeste rosada; y las calles, trajinadas por los desfiles se llenan de monstruos, gigantes, enanos y muñeconas que hacen desternillarse de risa a los mirones y mironas que no hallamos como matar el tiempo antes de que el tiempo nos mate.

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