18 abril, 2024

POLÍTICA Y POLÍTICOS DE ANTAÑO

Por: Daniel Charris Granados

Entiéndase como política la ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados. Comprende el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribucion de recursos o el estatus, por ende, el político es la persona que se dedica a la política.


Tuve la oportunidad de ver a mis tíos paternos ejercer la labor de algo asi como “intermediarios” entre el politico y la comunidad, hacian cierta labor de voceros entre la gente, que casi siempre acudían solicitando la solución de alguna necesidad: “ compadre que juanchito no tiene trabajo, ayúdemelo”, “Sr, que es que me faltan diez laminas de eternit para terminar la casa”, “Que hable con el profesor para un cupo en la universidad”, “digale al doctor la posibilidad de un auxilio estudiantil ” y muchas cosas asi, básicas, vistas al dia de hoy serían casi triviales. Era costumbre que los domingos se reunian la “tiamenta” en la casa paterna a hablar de política y a recibir esas querencias de conocidos y desconocidos que bien sabían que quizás no conseguirían nada pero tenian la premisa de hacer la diligencia. En esas reuniones que empezaban bordeando el medio día, se ponían de manifiesto los caprichos de la tripa que conllevaba a armar el respectivo sancocho, preferiblemente trifásico a fin de aguantar las largas conversaciones que eran acompañadas con ríos de ron blanco o aguardiente, a fin de mantener el galillo remojado, darle soltura a la lengua pero a la vez tinieblas al cerebro, porque al final se hablaba un revoltijo de ideas sin sentido que bien podia terminar en discusión porque ya con varias botellas de bebidas espirituosas encima afloraba la indelicadeza y la incomprensión, hasta que al final se daba por terminada la reunión y todos a su casa ajumados. Otras veces se hacian visitas domiciliarias con el propósito de convencer al objetivo de darle el voto al político que se apoyaba el día de las elecciones que era un día de fiesta precedido por una víspera de acontecimientos enmarcados en lo que llamaban “comando” que era la casa sede de la campaña en donde se almacenaba las cajas de ron, varios costales de camisetas con la imagen del político casi siempre con la tinta corrida las cuales servían posteriormente desde ropa para dormir hasta de trapo de cocina porque eran de “tela de franela”. Toda esa provisión se entregaba la noche anterior a las elecciones casi que clandestinamente a los supuestos colaboradores y votantes ya que no podía haber reuniones de más de tres personas en ningun sitio porque Santo Tomás en esa época era considerada “foco rojo” de ideas subversivas. Debido a este estigma, dos semanas antes de las elecciones llegaban a instalarse en el pueblo una compañía militar con la misión de patrullar por doquier las calles del municipio pidiendo papeles a todo el que vieran y darle garrote al que estuviera mal parado, tenian la costumbre de atrincherarse en los salones de la primera escuela primaria que encontraban, obligando a los estudiantes a salir de vacaciones sin haber cumplido los lapsos académicos. Eran foco de admiración y recelo cuando caminaban en estrecha formación, luciendo su impecable uniforme tigrillo y su fusil en el hombro, produciendo una variedad de sentimientos entre seguridad, miedo, rechazo, otras veces despertaban suspiros y más de un pensamiento impúdico en alguna niña jopo loco que veia en el uniformado al hombre que la haría felíz el resto de su vida.


La primera vez que vi a un político lo llevaron mis tíos para que la gente supiera que era de carne y hueso, lo vi a través de la reja de la ventana de la sala, ahí estaba, sentado en una poltrona con dos cojines acolchados a los lados para que sus caderas no pegaran con la tabla del fondo del desventurado mueble que tuvo que soportar su desproporcionado peso, mirando a su alrededor, gordo, como si en su dieta no faltara el afrecho, su prominente abdomen torturaba con saña a los botones de su camisa, su cuello opacado por una papada adulta rememoraba esos viejos camaleones que la ostentan como sinónimo de poder y dominio, no recuerdo que haya dicho nada, solo uno que otro chiste sin gracia que confirmaba que podia hablar y que era de este mundo, devoró en un santiamén la picada de chicharrón con bollo e’limpio que le pusieron en una palanganda de treinta centimetros de diametro y los bajó con media jarra de agua de panela con limón, cosa que agradeció porque según él no habia tenido tiempo de almorzar, todo esto ante la mirada atónita de la gente a su alrededor y agolpadas en puertas y ventanas que daban a la calle que solo murmuraban quien sabe que y se limitaban a observarlo, como cuando se esta en adoración ante un santo milagroso, uno que otro entusiasta bajo el efecto de los tragos le prometió los votos de este mundo y el otro. Después de un tiempo se levantó de su poltrona diciendo que tenía otras visitas que realizar y salió en su carro calle derecho doblando por la esquina para nunca más volver y dejando a sus simpatizantes con la quimera de ver resueltas sus necesidades.

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