24 abril, 2024

El gol de Muriel

Por. Aurelio Pizarro.

Uno ve la actuación de los jugadores de fútbol en la cancha y tiende a compararlos con los gladiadores romanos o con esos guerreros maoríes hechos para la depredación y la victoria. Pero raramente nos detenemos a escudriñar la lírica que habita en ellos, esa poesía de gambetas que se gesta en su corazón y que se nutre de la vida cotidiana. En Santo Tomás, dónde nos damos el lujo de ser coterráneos del gran Luis Fernando Muriel, nos hemos acostumbrado tanto a celebrar sus goles que ya casi los hemos asumido como un hecho cumplido, como ese trallazo inevitable que tarde o temprano va a producirse. Yo mismo, que no soy un especialista en la materia, me he dedicado a estudiar sus movimientos y a cantar sus tantos incluso desde antes de que el jugador haga su tiro hacia la puerta. Y luego ya, sigo su celebración y convierto dicha anotación en un número más que pasa a engrosar la envidiable estadística del astro tomasino.

Pero en estos últimos tiempos me he dedicado a analizar, no ya la simple dinámica que se esconde tras el deportista, sino también su psiquis, ese entrecruce de emociones que debe padecer en los momentos previos a los partidos. Y es que en jugadores de la talla de Muriel, sometidos a tanta presión y a los tantos vaivenes de la vida —vaivenes que sufrimos todos, pero que en el resto de los mortales no producen tanto ruido—, llega un momento en que empiezan a volverse más interesante sus mentes que la capacidad depredadora de la que hablábamos al principio. Y, en su caso, más todavía por la manera con la que ha sabido manejar sus tiempos, con la que ha sabido esperar y administrar las adversidades de su carrera: esas que se le han presentado en más de una ocasión cuando el camino parecía mostrársele expedito. Recordemos, por ejemplo, cuando le tocó quedarse fuera del Mundial del año 2014 o la lesión que lo sacó tan desafortunadamente de la última Copa América. La semana pasada, para no ir más lejos, nos sorprendió con otro susto. Sufrió un resbalón mientras trabajaba en la piscina y muchos pensamos que el fantasma de la mala pata volvía a atravesarse en su camino.

Para suerte de todos, sin embargo, la caída no resultó ser  tan grave y las secuelas del golpe no hicieron mella en su fuerza goleadora. Todo lo contrario, en el partido que esta misma semana lo enfrentó al Bolonia, entró a la cancha sabiendo que la vida le iba a dar la oportunidad del gol y, como quien arma un rompecabezas, las piezas le encajaron. Fue entonces cuando pensé en la clarividencia, cuando caí en la cuenta de lo mucho que el fútbol —al menos el fútbol de Muriel— tiene que ver con la literatura. No en vano los poetas se pasan la vida buscando el regalo de la musa y casi pueden presentir ese instante mágico en que ésta decide posarse sobre ellos para hacerles entrega del poema. Estoy convencido de que eso fue lo que sintió Muriel cuando vio venir hacia él el balón, que como nos pasa a los escritores lo rondaron una serie de sensaciones que se le fueron acumulando y que,en el momento de dar la patada, le estallaron con la misma fuerza embriagadora con la que el poeta le pone el punto final al poema. Algo semejante debe sucederle también a los tahúres, a esos prestidigitadores de campeonato que apuestan su vida a una sola carta y en el instante de darle la vuelta al naipe la figura del as aparece deslumbrante ante sus narices.

Sea lo que fuere, lo cierto es que Santo Tomás, además de con un jugador astronómico, cuenta con un clarividente más, con uno de esos seres obstinados que andan buscando el pálpito exacto de la vida y que, como decía García Márquez, han sabido encontrar en el arte, en el deporte o en la poesía esa senda a la que sólo se llega a fuerza de sudor y lágrimas y que es el estado del ser humano que más se parece a la levitación.

3 pensamientos sobre “El gol de Muriel

  1. Hermosa comparación
    del futbolista y el poeta
    que parece una saeta,
    cuando va en busca del gol.
    Al poeta en su inspiración,
    la musa ha de aparecer,
    el goleador ha de ver,
    una jugada exquisita
    y levantando la vista,
    anota gol Luis Muriel!

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