27 julio, 2024

Lo absurdo de Colombia

Por. Moisés Carrillo García.

No hace falta ser adivino para darse cuenta de que vivimos en un país raro. Donde las cosas no son normales. Y donde lo que en teoría debería ser, no lo es. Es algo absurdo.

La semana anterior muchas organizaciones internacionales y gobiernos locales celebraban -en medio de las posibilidades actuales- el 12 de agosto, una fecha declarada por la Asamblea General de Naciones Unidas como ‘El Día Internacional de La Juventud’.

De acuerdo con la ONU, “Se trata de una celebración anual que busca promover el papel de la juventud como socia esencial en los procesos de cambio y generar un espacio para lograr conciencia sobre los desafíos y problemas a los que estos se enfrentan

La misma semana anterior, fueron conocidos por la opinión pública tres casos de adolescentes y jóvenes asesinados en extrañas circunstancias. Dos niños asesinados a bala cuando llevaban sus tareas al colegio en el cual estudiaban; 5 adolescentes asesinados en un cañaduzal de Cali, en hechos que involucrarían a miembros de la Policía Nacional; 9 jóvenes asesinados por paramilitares en Nariño.

La pregunta que debería formular es ¿Qué celebran las alcaldías, gobernaciones y el Gobierno Nacional? Pero se que para ellos la esencia de este día es tan insignificante como persignarse o jurar ante Dios, la Constitución y su pueblo, cumplir con la ley. La pregunta que realmente quisiera hacer es ¿Qué esperan que pensemos?

En un país tan polarizado como el nuestro, hablar de lo que no está bien (Asesinatos de defensores de derechos humanos, de periodistas – como el caso de Abelardo Lis, de la comunidad Nasa-, de jóvenes y niños, entre tantos otros), es convertirse en alguien incómodo. Es pasar por aburrido, harto y hasta ganarse banderas del espectro político. ¿Qué esperan entonces que hagamos?

Entremos en cifras. A corte del 16 de julio habían sido asesinados en Colombia 152 líderes sociales (INDEPAZ), igualmente se habían registrado 99 feminicidios (Campaña No Es Hora De Callar). El porcentaje de acceso de los jóvenes a la educación superior en Colombia es de 28% (OCDE). El desempleo está en un 19,4% (DANE); 47,6% de los colombianos son trabajadores informales (DANE), 70% de los colombianos están insatisfechos con el sistema de salud (BID); el 44% de los colombianos se sienten inseguros (DANE)

Como quien dice, ¡Todo va color de rosas, caray! la economía, la educación, la salud, la seguridad. ¡Que más se le puede pedir a la vida!. Además, nuestro Junior no pierde hace meses.

El problema de todas estas cifras no es que den cuenta de la realidad que se vive en nuestro país. El problema es nuestra ceguera para no verla y cambiarla. Sumado a que, si por ejemplo, surgieran personas hasta ahora desconocidas queriendo transformar el panorama del país de manera democrática, -si no son asesinados- quedarían aplastados por la maquinaria electoral y por palabras que -raramente- han convertido en denigrantes. Como, por ejemplo: ‘Populista’, ‘Izquierdoso’, entre las locuras más grandes y traídas de los cabellos.

Para qué celebramos pomposamente ‘El día del niño’, ‘El día del trabajo’, ‘El día de la mujer’, ‘El día de la tierra’, ‘El día de la juventud’; Si no hacemos nada por transformar nuestro mundo para los niños, por dignificar el trabajo, por proteger y brindar igualdad a la mujer, por cuidar nuestros ecosistemas y buscar un desarrollo sostenible, por garantizar los derechos a nuestros jóvenes. Es más, por garantizar los derechos humanos y constitucionales a todos los colombianos. Suena complejo, pero comencemos desde lo simple. Desde lo que podemos hacer cada uno en nuestras cotidianidades. Respetar al otro, no tragar entero de nadie, ser justos, respetar la diversidad (Ideológica, espiritual, sexual, racial, etc), trabajar por cambiar nuestros entornos y hacer un mundo más ameno para los demás.  De esa manera dejaremos de ser poco a poco, un país de absurdos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *