Un Período Heroico
Nunca pensé decir esto: ¡bendito sea quien inventó el streaming! De no ser por Netflix y Amazon la cuarentena no habría sido un aislamiento sino una cadena perpetua o un campo de concentración. El poder decidir qué veo en la televisión sin darle la oportunidad a los canales locales a que ejerzan control social a través de sus informativos, mientras Noticias Uno naufraga en el estío de la bancarrota, es lo más democrático que me ha pasado en la vida después de la consulta anticorrupción.
Y precisamente ese espíritu democrático hace que cada fin de semana me toque batirme en campaña por el control de las películas que veremos, e increíblemente, mi sino trágico de perder en todos los comicios me persigue incluso en mi casa: pierdo dos votos contra uno y me toca ver sagas de súper héroes. Me tocará comprar un perro y un gato para cooptarlos y tratar de ganar una elección, pero estudios recientes de la Universidad de Metrópolis demuestran que las mascotas eligen mejor que sus dueños, y la derrota se repetirá al unísono como si de un capítulo de Dark se tratara.
De repente, como si del simple chasquido de dedos de un villano se tratara, descubro que mi esposa y mi hija de once años son eruditas del género:distinguen el universo cinematográfico de Marvel y sus vengadores de la liga de la justicia de DC Comics; saben el orden de las películas y cuál es la precuela de tal secuela; esperan con devoción , parecida a la fe uribista, por escenas post créditos que solo ellas entienden; conocen el orden en que fueron grabadas y esperan con ansias locas por los estrenos que han de venir y, lo más importante de todo, entienden la trama.
La ecuación es sencilla y ganadora: personajes extraordinarios, de bellezas inverosímiles, con poderes y habilidades envidiables, trajes y vestimentas llamativas, escenografías y ambientes de ensueño, y tantos golpes, disparos y villanos que caen como moscas en combates épicos que hacen que el subconsciente se rinda ante la evidencia y pases a engrosar la red de los millones de espectadores alrededor del mundo.
Yo, un poco más básico y obtuso (por no decir ordinario), me dejo confundir por los rayos, las capas, las armaduras, las velocidades ultrasónicas, la fuerza descomunal, las muertes y resurrecciones, y demás artilugios de los personajes de esas películas. La trama se me pierde mientras resuelvo el dilema de quedarme con Gal Gadot o con Scarleth Johanson.
Intento dejarme contagiar del entusiasmo que se surte en ellas al ver una película por enésima vez como si del estreno se tratase; intento meterme en el cuento y estar a tono con la expectativa. Pero por alguna razón no llego al clímax cinematográfico.
Quizás sea porque en la vida diaria, la que me embarga y me envuelve con su mediocridad, no existen los héroes; o lo que es peor, solo existen los villanos. Solo por mencionar la época de la pandemia, porque las precuelas no me gustan, hemos visto al fiscal paseando con su familia en San Andrés durante la cuarentena, tomando un merecido descanso en la ardua persecución contra Claudia López, Carlos Caicedo y Aníbal Gaviria para poder tapar la ñeñepolítica; a miembros del ejército nacional perfilando opositores y violando niñas indígenas mientras los líderes sociales siguen siendo exterminados; a los medios de comunicación censurando periodistas a mansalva y a alcaldes y gobernadores destituidos por sobrecostos en contratos de ayudas humanitarias.
Al pretender entender la realidad que me rodea, veo a Thanos y Lex Luthor en esfuerzos ingentes por imponer el caos en derredor, luchando no contra IronMan o la Mujer Maravilla, ni contra la Capitana Marvel o Superman, sino en combate desigual contra el Chapulín Colorado y Super Ratón. En el universo cinematográfico de la corruptela, la violencia y la ignominia de la política criolla y los personajes perversos del CD (no confundir con DC Comics) no hay lugar para actos heroicos, nobles y abnegados con miras a la gloria postrera, sino espacio de sobra para villanos y hampones desvergonzados que ostentan una patente de corso preciada en una sociedad que les adula y protege gracias a nuestra trágica herencia mafiosa de querer las cosas por la vía rápida que casi siempre es la ilegal. La preventa de boletería para el estreno del próximo escándalo se encuentra disponible en la Casa de Nariño.
Los únicos héroes que veo campo traviesa son los niños, que han debido soportar esta cuarentena tan dura con una resignación admirable. Por ellos, y solo por ellos, debemos superar pronto esta situación y que sus salidas al parque y la escuela sean de nuevo parte de su cotidianidad, más allá de la parrilla de las plataformas de streaming.